Me acuerdo del disfraz de india para una representación en la escuela,
de la arpillera que raspaba los pezones pequeñísimos y el maquillaje que ardía en la cara.
Era para octubre (sabés mami ahora lo festejo el 11 de octubre y ya no hablamos del día de la raza).
Hacía frío con los hombros desnudos y me picaba el pasto metiéndose entre las sandalias.
Temblaba y transpiraba al mismo tiempo, entraban unas pelusas por la nariz y la vincha de plumas amenazaba volar al primer balanceo del baile nativo.
Mami, en todos los contornos estabas vos, y ¿Qué te salía por los ojos?
Me soplabas los párpados de colores,
de la arpillera que raspaba los pezones pequeñísimos y el maquillaje que ardía en la cara.
Era para octubre (sabés mami ahora lo festejo el 11 de octubre y ya no hablamos del día de la raza).
Hacía frío con los hombros desnudos y me picaba el pasto metiéndose entre las sandalias.
Temblaba y transpiraba al mismo tiempo, entraban unas pelusas por la nariz y la vincha de plumas amenazaba volar al primer balanceo del baile nativo.
Mami, en todos los contornos estabas vos, y ¿Qué te salía por los ojos?
Me soplabas los párpados de colores,
y caía
de los ojos a las manos.
Me hacías trenzas en la frente
y los nudos del cuero en los pies
Tenía el gusto de aquello que embadurnaba la lupa,
de los ojos a las manos.
Me hacías trenzas en la frente
y los nudos del cuero en los pies
Tenía el gusto de aquello que embadurnaba la lupa,
sobre mi cara recién nacida,
que usabas
para vislumbrar lo linda que yo iba a ser.
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