18 de agosto de 2005

Mi casita

Más que escribir te hablo, de lo que en realidad no se puede hablar porque nunca el ambiente es el adecuado o lisa y llanamente porque no tenemos lengua para todo los temas
(aunque sí hay palabras, a dios gracias, para todo).
El tema es El Pucará y sin rodeos lo que me pasó.

Primero desde afuera la misma carraspera en la traquea, un enmudecimiento, un tartamudeo después y finalmente una manera de comerse por los ojos todo buscando algo preciso y difuso a la vez.
Segunda visita y la posibilidad de entrar, y ahí se enloqueció el olfato y las manos ¿sabés? se me desprendieron de las muñecas iban frenéticas de un cajón a otro, de una puerta a la otra, tocaban, sacudían, acariciaban las más de las veces y se agitaban para abrir, destapar, vaciar, hojear.

Digo siempre que el tacto es el sentido de la infancia, lo original, lo nativo por eso me sentí primitiva revolviendo y sintiendo en las yemas el pasado largo de mis abuelos, mis tíos y sobretodo
mi mamá, mi mamá, mi mamá.
Y también mi pasadito desde los 12 hasta los veintipico más o menos que acompañé al abuelo en vacaciones.
Como sos el hijo más hijo del retiro en El Pucará que de carrera en actividad, es que puedo contarte que de verdad el hincha pelotas de tu papá está ahí, el muy prolijo con sus frascos en perfecto orden, sus lámparas de menor a mayor, los libros forrados de papel de regalo usado y su letra preciosa estampada en infinitas listas de compras, recibos, saludos.
No se si cuando fuiste pudiste hacer este embrollo en tu cabeza, yo evidentemente sí, sobretodo cuando entré en esa casa de cubiertas, camarotes, proa y popa.
Y si vos estás ahí llorando a todo moco, y bueno yo también que carajo.
De todo lo demás vamos a hablar en casa, tomando un vinazzi.

http://www.todotango.com/spanish/biblioteca/letras/letra.asp?idletra=52#

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