2 de septiembre de 2005

Proyecto dañado

Cada vez más arrepentida de haberle dedicado 5 años en ejercicio de materia gris al derecho y no a la filosofía y las letras, me propuse encontrar un modo de remendarlo, y a pesar de sentir que el parche está funcionando, no dejo de desconfiar porque en materia de corte y confección he elegido siempre al alfiler de gancho como aliado.
Mi mamá, en cambio, pudo exhibir otras habilidades: hacer mis vestidos, tapados, disfraces y hasta sus propios vestidos de fiesta al tiempo que ejercer su carrera de psicopedagoga (primer promoción de El Salvador) en ámbitos privados y públicos, tanto como controlar mis fiebres y toses (reiteradamente reiterativos) y enseñarme la importancia sublime de encontrar un rincón de la casa donde ser feliz con una pilita de libros, un reproductor de música y el block de hojas carta. Y todo eso es lo que pude ver sólo hasta mis 9 años... impresiona imaginar la proyección de esa vida.

Volviendo a mis remiendos, he descubierto en medio de las lecturas "obligadas" por Liliana, que conocí la poesía en el escritorio de mi mamá ( ese rincón que la sencillez reducía a un vértice del living - comedor delimitado por la pared que daba a la cocina, la medianera y una lámpara con pie de hierro retorcido color verde que oficiaba de biombo junto a la silla).
Allí me sentaba a jugar, completando los test que ella utilizaba para evaluar a chicos antes de comenzar el primer grado, mientras sus manos preparaban una torta para la hora del te. Aprendí así que, como la poesía, la psicología intenta llegar a lugares donde no llevan caminos conocidos y se trae algunas respuestas y otras preguntas insondables. Pero no he podido recordar de quien eran esos poemas que tenía a la mano y que mi mamá hojeaba cada tardecita luego de despejar las últimas migas de la merienda y adueñarse de su "cuarto propio".
Esta reflexión larga me dice:
todos deberíamos entender que cuando una madre muere, un padre abandona, un hermano emigra o un matrimonio se divide; hay seres alrededor con una vida única, singularísima y distintos en su particularidad que requieren un ejército entrenado que acuda en reemplazo de aquellas bondades perdidas:
la torta de la mamá para las futuras horas del te, los vestidos y disfraces para el resto de los cumpleaños, los paños fríos en la frente y los modos en pleno desarrollo de ese amor peculiar. Y todo aquello que "nos hace" en tanto lo vemos con nuestros ojos pero a partir de la originalidad con que nos son mostrados.


Este blog surgió una tarde en que me pregunté por ese ejército, o mejor, por esa misión de paz . La certeza de otros niños sufriendo pérdidas y dependiendo tan sólo del esfuerzo individual de quienes están tan involucrados como ellos en la tristeza y el estupor depositó la idea de buscar esas primeras sensaciones y también las últimas consecuencias por si se puede ayudar.
Sigo remendando años después y comprobando que si ayudaría pero aún para esto necesito todavía a mi mamá.


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