La acomodé en su cama con la cabeza transpirada.
Sobre la mesita una pila de disfraces, dos barbies despeinadas y restos de masa azul esparcidos sobre una silla. Dejé prendida la luz de la estrella lila hasta que el sueño la llevó lejos.
En la cocina quedaron el teléfono rosa, una superheroína "increíble" y unos cilindros de cartón forrados de aluminio (los "binoculares"). Sus hebillas de todos los colores, las gomitas de cada tamaño, la "cartu" y el delantal se quedaron “sentados” en los sillones del living.
Todas las noches soy la cartonera rezongona que acarrea entre muchos: ¿será posible?, ¿hasta cuando? o ¿quién se creen que soy?.
Esta vez me quedé mirando sus tesoros abandonados. Porque en cada objeto estaban sus manitos, su pelo, su voz cantando, sus ojos y su ser mi hija y mi ser su mamá.
¿Qué sentías mamá al despertarme cada mañana? ¿te saltaba una niña adentro preparándose para las aventuras del día? ¿te entraba mi olor como si me metiera dentro tuyo otra vez? ¿cantabas con mi voz dormida un “levantate Juana” o un “arriba Juan”? ¿Qué me dirías mami si viéramos las dos crecer a mi niña?
Quiero tu beso en mi nariz, que me toquen tus labios para adivinarme la fiebre, sentarme a tus pies y abrazarte las piernas. Que se te enreden los nudillos en mis trenzas. Que vayamos enlazadas como las letras de un logotipo, tu Merced en mi Laurel.
Como te extraño mami.
Vamos a tomar un helado, escuchemos a Falú y a Marikena Monti descalza. Te bajo del cielo a vos y a Zitarrosa.
Vamos mami que es tarde, y hoy hay fiesta.
Sobre la mesita una pila de disfraces, dos barbies despeinadas y restos de masa azul esparcidos sobre una silla. Dejé prendida la luz de la estrella lila hasta que el sueño la llevó lejos.
En la cocina quedaron el teléfono rosa, una superheroína "increíble" y unos cilindros de cartón forrados de aluminio (los "binoculares"). Sus hebillas de todos los colores, las gomitas de cada tamaño, la "cartu" y el delantal se quedaron “sentados” en los sillones del living.
Todas las noches soy la cartonera rezongona que acarrea entre muchos: ¿será posible?, ¿hasta cuando? o ¿quién se creen que soy?.
Esta vez me quedé mirando sus tesoros abandonados. Porque en cada objeto estaban sus manitos, su pelo, su voz cantando, sus ojos y su ser mi hija y mi ser su mamá.
¿Qué sentías mamá al despertarme cada mañana? ¿te saltaba una niña adentro preparándose para las aventuras del día? ¿te entraba mi olor como si me metiera dentro tuyo otra vez? ¿cantabas con mi voz dormida un “levantate Juana” o un “arriba Juan”? ¿Qué me dirías mami si viéramos las dos crecer a mi niña?
Quiero tu beso en mi nariz, que me toquen tus labios para adivinarme la fiebre, sentarme a tus pies y abrazarte las piernas. Que se te enreden los nudillos en mis trenzas. Que vayamos enlazadas como las letras de un logotipo, tu Merced en mi Laurel.
Como te extraño mami.
Vamos a tomar un helado, escuchemos a Falú y a Marikena Monti descalza. Te bajo del cielo a vos y a Zitarrosa.
Vamos mami que es tarde, y hoy hay fiesta.
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